Definición del objeto artístico

A lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha venido componiendo un testimonio y dejando sus huellas de diversas formas, muchas de las cuales han llegado hasta nosotros en forma de obras de arte. Pero, en esta manera de entender las manifestaciones artísticas subyace una cuestión de fondo que desde hace tiempo ha venido ocupando un espacio importante en la filosofía y el conocimiento: Qué es una obra arte?

Arte es un concepto extenso e inasequible quizá debido a su misma capacidad transformadora y dinámica. Para empezar, los académicos de los siglos XVIII y XIX basados en la teoría renacentista, formularon como canon un sistema de bellas artes según el cual la pintura, la escultura y la arquitectura conforman las tres manifestaciones capitales del espíritu artístico.

Este canon supuso una determinada manera de observar las representaciones que dentro de este sistema producía el hombre. La cuestión sobre esta consideración es la capacidad que tiene dicho canon de proyectarse sobre objetos que no fueron necesariamente creados como piezas de arte y que a través de este sistema son percibidos e interpretados en clave artística. Un ejemplo de ello es el arte del mundo antiguo, esta noción se puede ilustrar mejor con una anécdota histórica:

Cicerón escribía hacia el año 70 a.C. un discurso en el que se pronunciaba sobre el expolio de esculturas que el gobernador de Sicilia Cayo Verres había acometido; en dicho discurso se señalaba que aquellas esculturas de culto que cumplían funciones litúrgicas en los templos de Asia y Grecia se habían convertido en tesoros y piezas artísticas gracias al despojo de dichos objetos de su contexto y de su traslado a Italia. En su alegato, Cicerón deja claro que él entendía que aquellas piezas ceremoniales eran reconocidas como artísticas como consecuencia de su cambio de entorno cambiando su concepción conceptual.

En el Renacimiento, la consideración del objeto artístico estuvo acentuada por la teoría artística que reivindicaba la naturaleza intelectual de la obra de arte y la nueva consideración del artista como su principal gestor estético. El espacio teórico se enriqueció con estos nuevos elementos de debate insistiendo en la creación artística como una actividad creadora personal en el que resalta el paradigma de Miguel Ángel. Es por ello que en la edad moderna se produce el salto cualitativo por el cual el arte deja de ser mecánico y consigue la consideración de liberal apartándose del modelo artesanal.

Un importante paso en este camino hacia la definición del concepto de arte sería el del pensamiento ilustrado. A diferencia del pensamiento humanista, los hombres de la Ilustración pensaron que el arte debía dejar de estar subordinado a los poderes de la iglesia o del estado y que su dependencia debía someterse únicamente al campo estético, de tal manera que la pintura, por ejemplo, podía ignorar el tema, o un palacio podía dejar de ser admirado por su significado político y pasar a serlo únicamente por su aspecto artístico.

Kant, el gran pensador de la ilustración, determinó que las bellas artes eran “artes del genio”, entendido éste como “talento (don natural) que da al arte su regla”. Así, con el pensamiento ilustrado se instituyen dos ideas fundamentales para la teoría artística: la autonomía de arte y el genio del autor.

Hasta este punto, la definición de arte sigue descansando en la asunción de una pieza artística delimitada: la obra de arte. En este aspecto la evolución de los museos fue vital. Michel Foucault hace una interpretación de estas instituciones como espacios creados por nuestra cultura para encerrar pasado y presente fuera del tiempo. Este análisis sirve para comprender cómo en el siglo XIX se determinó que el espacio natural de la obra de arte era la colección, el ámbito museístico junto a la progresiva expansión del arte fuera de las esferas de las élites intelectuales y sociales consagró la nueva mirada artística.

Museo Arqueológico de Madrid
El paradigma de los soldados franceses recolectando por Europa piezas que desposeían de su naturaleza de ornamentos simbólicos o rituales para pasar a las salas de exposición, dan cuenta de la progresiva asimilación de la experiencia estética por cuenta de aquellos espectadores que ratificaron la percepción de objetos de arte de, por ejemplo, objetos que tenía en principio una función litúrgica.

Es durante el siglo XX que el concepto de arte comienza a estar en constante revisión. Ya con las vanguardias se experimentó la primera gran crisis del sistema del canon clásico, pero lejos de invalidar el concepto, su consecuencia fue un reforzamiento, un cierto conservadurismo y una entronización de la obra de arte.

No obstante, es la defensa de la esencia intelectual de la pieza artística (presente desde del humanismo y la ilustración) la que finalmente conduce a una transformación radical de la obra de arte llegando incluso a considerar su disolución material para dar preeminencia sustancial al concepto de la misma.

Este proceso llega su momento culmen cuando se plantea que cualquier objeto puede adquirir la categoría artística y que ésta puede existir simplemente por conferir al objeto en mención la condición de arte. Duchamp irrumpe en la escena artística con sus ready - mades, una serie de objetos de uso común que, tras la firma del artista y una simple descontextualización y recontextualización de los mismos, se convierten en obra de arte, una práctica especulativa por la cual incluso se puede prescindir de la realidad física de la obra.


La Fuente. Marcel Duchamp

Finalmente el arte pasa a ser una fabricación intelectual mediada por la presencia de un discurso interpretativo en el que la presencia del espectador pasa a ser definitiva y determinante pues se constituye como parte del proceso de la naturaleza artística de la obra. Llegamos así a la postura postmoderna en la cual la experiencia del espectador pasa a ser por sí misma parte de procesos de producción artística mediante su propia construcción intelectual que convierte dicha experiencia en arte.

La práctica nos dice que aún queda mucho por ver en nuestra manera de definir una noción tan eminentemente humana como la del arte. Por ahora se puede distinguir un término en el que las cualidades artísticas quedan fijadas como una construcción abstracta supeditadas a la experiencia estética personal, en un proceso que es esencialmente interpretativo y por el que se le conceden valores que sólo corresponden a percepciones subjetivas y emocionales.

El arte ya no es solamente lo que vemos, ha pasado a involucrarnos y a obligarnos a tratar de definirle, aunque tal vez no lo necesite.

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