Cambio. Entre el caos y el orden

El Greco fue calificado de extravagante y caprichoso porque su obra no encajaba con las normas y los modelos estéticos impuestos por la Contrarreforma, la libertad de su pintura, su originalidad y su interpretación del color fueron denostados y El Greco cayó en el olvido.

Visión de San Juan. El Greco. 1609 - 1614

La fórmula potencia - acto del sistema filosófico aristotélico que ha regido el pensamiento occidental durante siglos nos ha acostumbrado a entenderlo todo de forma lineal, como una sucesión de acontecimientos en el tiempo que van ocurriendo uno tras otro. Esta  visión, nos ha hecho perder de vista el cambio, esa parte que ocurre entre la potencia y el acto y sin la cual es imposible entendernos como seres vivos.

El Greco estaba produciendo un cambio, sensiblemente tenía la necesidad de producirlo, se dio cuenta de que podía hacerlo y lo hizo.

Somos esencialmente cambio. Como organismos vivos somos un sistema dinámico, con energía, tensiones y modulaciones cíclicas, pero estos cambios no son evolutivos, armónicos o coherentes. Los seres vivos somos sistemas estructurados al borde del caos y es el juego entre orden y caos el que define lo vivo.

La Historia del Arte se entendió también durante mucho tiempo como una serie de hechos artísticos que iban superándose unos a otros y sólo hasta la contemporaneidad se empezó a cuestionar y a redefinir la forma de pensar la historiografía artística.

Se hizo evidente que es imposible entender el arte de esta manera, como una lista de estilos, periodos, fechas y nombres, puesto que en esta fórmula hay muchas cosas que se escapan. Como se escapó durante tanto tiempo el entendimiento de El Greco.

Laocoonte. El Greco. 1609

Según Kant, siempre que se manejan ideas que no son reducibles a fórmulas estamos cerca de lo estético que etimológicamente significa sensibilidad.

El arte define nuestra humanidad, las obras de arte son cotas de sensibilidad que nos recuerdan un grado de nuestra potencia como seres humanos, en esencia cambiantes.

Y sin embargo, la Historia del Arte está llena de ejemplos como el de El Greco que nos muestra una resistencia permanente al cambio.

El mayor evento del mundo del arte durante los siglos XVIII y XIX fue el Salón de París, que reunía anualmente las obras más significativas y a los artistas más importantes del momento. Durante varios años muchos artistas veían cómo sus obras eran rechazadas por alejarse de los gustos de la Academia, fueron tantos que finalmente se accedió a facultar un salón alternativo para exponer la obra de estos artistas. Se llamó "Salon des Refusés" (Salón de los Rechazados), uno de los pintores que expuso en este salón fue Édouard Manet quien presentó su Olympia rechazada en el salón oficial en 1865 y que terminó convirtiéndose en una de las mayores influencias para los iniciadores del Impresionismo.

Olympia. Édouard Manet . 1863

Si Manet no hubiese dado cuenta a lo que su sensibilidad le pedía el cambio no se habría producido, no habría generado la posibilidad de que algo sucediera.

El cambio se produce en un punto máximo de orden, cuando está todo establecido. Al lenguaje perfectamente establecido del Renacimiento le sucedió la voluptuosidad y el movimiento del Barroco.

Los cánones de belleza clásicos entendidos desde la armonía, la claridad y la unidad cambiaron y se sustituyeron en la contemporaneidad por la disonancia, la oscuridad, la fragmentación y la ambivalencia ampliando de esta manera los límites de lo bello, dándole mayor dimensión a la estética, a nuestra sensibilidad.

Ese pulso por no renunciar a lo que la sensibilidad nos exige llevó a Picasso a pintar La señoritas de Avignon y determinar con ello uno de los cambios más trascendentales en la forma de representación, suponiendo la ruptura definitiva con la pintura tradicional.

La obra tuvo un rechazo total. Picasso debió enfrentarse a la incomprensión por parte de sus colegas y amigos para seguir por la línea de experimentación que le llevó a la formulación del Cubismo, movimiento que determinó en gran medida el rumbo del arte contemporáneo.

Las señoritas de Avignon. Pablo Picasso. 1907

Se llama miseria filosófica al deseo e incapacidad de hacer algo y es porque estamos designados al cambio. Ningún estado humano es indefinidamente estático. El arte, ha dado perfecta cuenta de ello en tanto que es producto de nuestra humanidad. Pensar en un arte estático, por maravillosa que sea su experiencia estética, es pensar que el arte está muerto. La obra de arte se mueve con nuestra humanidad, al afán de nuestras pasiones.

Cuando Danto decretó el fin del arte, con semejante sentencia lo que hacía era anunciar otro cambio: la forma de entender el arte no era el mismo y no podrá ser nunca igual.

El arte está tan vivo como la humanidad, tan lleno de pasiones y de excesos como la misma.

Es así como hemos llegado a un punto en que el arte se nos hace difícil entender y rechazamos propuestas artísticas porque no encajan en nuestra manera tradicional de entender lo que es arte.

En julio de 1937, el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich. La Gran Exposición de Arte Alemán que mostraba obras que contaban con la aprobación de Hitler (desnudos esculturales, soldados y paisajes idealizados). Y a unos pocos metros de ésta La Exhibición de Arte Degeneradoimpulsada por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, que proponía poner a la vista “el deterioro del arte desde 1910”. Según una revista de la época: “los conservadores de todos los museos públicos y privados y los encargados de las colecciones particulares están deshaciéndose de los más espeluznantes frutos de una humanidad degenerada y de una generación patológica de ‘artistas’”.

Entartete kunst exhibition (Exhibición de Arte Degenerado). Cola para entrar, 1937

La Exhibición de Arte Degenerado incluía obras de algunos de los más grandes artistas de la historia del arte como Paul Klee, Kandinsky y Kokoschka, junto con famosos artistas alemanes de la época como Emil Nolde y George Grosz.

La exposición se pensó con la intención deliberada de provocar una reacción negativa hacia estas novedosas propuestas artísticas. Se colgaron los cuadros torcidos, en las paredes se incluían mensajes insultando a las obras y a los artistas, hicieron que pareciera un arte ridículo y en algunos casos se establecieron comparaciones visuales que subrayaban el supuesto carácter “enfermo”, “judío-bolchevique” e “inferior” de esas obras.

La exposición nazi buscó ridiculizar el arte moderno

En su autobiografía Mein Kampf, Hitler declarada su ambición de querer llegar a ser artista, sin embargo nunca consiguió ser admitido en La Academia de Bellas Artes de Viena. La participación en la guerra despertó en Adolf Hitler un creciente interés por la política y pasaría de ser un pintor frustrado y desconocido a orador y agitador público.

Pintura firmada por Hitler
Se sabe que sus gustos en términos de arte rehuyeron a cualquier tipo de arte moderno prefiriendo la estética clásica. Su resistencia al cambio propuesto por los estilos abstractos y modernos le llevaron a la quema de cientos de obras y a la prohibición de pintar a varios artistas, para muchos de ellos este fue sólo el principio de los muy difíciles tiempos que estaban por venir.

Nos es imposible prever el momento de orden que precede al caos. Es por ello que el entendimiento del cambio provee de lógica a la confusión y le ayuda a su autogestión. La dictadura de Hitler pretendía evitar todos los flujos, todas las oportunidades de cambio que dan la posibilidad a las sociedades de ser generativas y creativas.

Las vanguardias a principios del siglo XIX con sus propuestas de emancipación cambiaron el rostro del arte para siempre, la propuesta de cambio supuso una ruptura de las categorías artísticas hasta entonces existentes abriendo campos y extendiendo el ámbito de la Historia del Arte incluso hacia atrás con el redescubrimiento, por ejemplo, del primitivismo.

La ruptura y el desconcierto fueron la estrategia de las vanguardias para romper con los valores estéticos establecidos, sin embargo todas las vanguardias tuvieron un tiempo de vida muy limitado, probablemente por la intensidad de sus programas y sus planteamientos extremos que imposibilitaron su sostenimiento en el tiempo.

Diferentes manifiestos vanguardistas

Fueron grandes relámpagos que iluminaron la escena artística pero cuya tensión fue imposible de mantener, las vanguardias eso sí, supusieron el engranaje, la inspiración y el modelo para el cambio hacia los nuevos lenguajes que estaban por venir y para la experimentación futura.

Quedaba claro que las pasiones mueren de su propio exceso, alguien comentaba: “nada nace sin que lleve en sí mismo el propio germen de su destrucción”, por ello es que somos resilientes, estamos capacitados en esencia para el cambio, la vida son ciclos que nos exigen emplearnos como seres humanos para dar cuenta de nuestras posibilidades.

A través de la fluctuación se consigue un orden, pero éste es quimérico, el equilibro no es sostenible en el tiempo. El cambio es una de esas condiciones que mejor nos define como humanos, a través de él nos constituimos permanentemente, no asumirlo es renunciar a nuestra humanidad, no ejercerlo es renunciar a nuestra sensibilidad, en realidad, nuestra sensibilidad nos lo exige.

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