Arte para reconstruir un derrumbe

Durante la década de los años sesenta del siglo XX la historia de los países desarrollados se transformó transversalmente en todos los ámbitos.

Junto a los acontecimientos ocurridos en la revuelta estudiantil de Francia, surgieron en diferentes lugares del mundo sucesos como la Primavera de Praga, el movimiento por los derechos civiles encabezados por Martin Luther King, las movilizaciones contra la Guerra de Vietman, la protesta estudiantil Mexicana terminada en matanza o la Revolución China entre otros, que removieron amplia y profundamente el sistema de valores promovido por la modernidad.

Francia, Mayo del 68. Primavera de Praga, 1968. M. Luther King discurso "Tengo un sueño", 1963.
Protestas Guerra de Vietnam, 1963. Revuelta estudiantil México, 1968. Revolución cultural China, 1966. 

Se produce a través de las nuevas generaciones un rechazo general a las instituciones y su autoridad, poniendo de manifiesto que el mundo de la posguerra estaba regido por unos ideales que se reducían a un modelo déspota. La cultura, la razón, la civilización y el bienestar social de los que se hacía gala desde la modernidad no habían hecho más que converger en el Holocausto, un hecho que se recuerda con vergüenza. Instituciones como la familia, la cultura, el estado o la educación sufren una profunda sacudida.



En este ambiente de descontento y nueva conciencia política, social y cultural empiezan a emerger ideas de intelectuales, pensadores y artistas. La sociedad comienza a repensar los valores que le habían sido delegados en el último siglo. 


Postales de Leningrado. Detalle del cartel de la película, 2007


Un obra fundamental de este periodo es El hombre unidimensional que Herbert Marcuse escribe en 1964. Libro que da inicio un compromiso emancipatorio de las estructuras establecidas en la sociedad moderna.

Lo que hace Marcuse en esta obra es analizar las sociedades industriales avanzadas del mundo occidental para ir revelando como éstas esconden rasgos totalitarios bajo su apariencia democrática y liberal. 

Su análisis nos muestra cómo la sociedad industrial crea falsas necesidades, las cuales integrarían al individuo en un sistema de producción y consumo, focalizado a través de los medios de comunicación masiva, la publicidad y el sistema industrial.

Este sistema daría lugar, según el autor, a un universo unidimensional, poblado de sujetos con encefalograma plano, donde no existe la posibilidad de crítica social u oposición a lo establecido. La inmovilidad caracteriza al hombre unidimensional al que se le impone de un modo homogéneo, una serie de necesidades artificiales que sólo buscan un confort y no una superación.

¿Y qué es lo que hace a los hogares de hoy en día tan diferentes, tan atractivos?
Richard Hamilton, 1956.

Siguendo a Marcuse, más de medio siglo después, es por lo menos significativa su vigencia. Además de reflejar la estructura social tal y como está hoy planteada, no hace darnos cuenta de cómo incluso la felicidad misma se ve condicionada por maneras de hablar y expresar conceptos que son formulados por la administración de la sociedad unidimensional.

Estos conceptos poseen una carga semántica ya definida y no permiten al individuo pensar, ni analizar, ni profundizar libremente en ellos. La sociedad unidimensional ha sido capaz de aniquilar el espíritu de revolución, el deseo de superación social y ha reducido el sentir humano a placeres "necesarios" creados por la misma sociedad.

Las necesidades del hombre, así como sus anhelos, sueños y valores, todo ha sido producido por la sociedad, los medios de comunicación y las industrias culturales, así como las expresiones de la publicidad, reproducen y socializan los valores de este sistema y amenazan con eliminar el pensamiento y la crítica, crean una estructura de control bajo la apariencia de una conciencia feliz que inhibe la posibilidad de cambio.

Tiempos modernos. Charles Chaplin, 1936

Como única vía para llegar a una existencia verdaderamente libre y emancipadora Marcuse propone desmarcarse, desvincularse y no pactar con la sociedad industrial; este proceso supondría el hecho de buscar en uno mismo el verdadero significado de la vida, como esencia de libertad del individuo.

El arte se erige entonces como uno de los reductos principales de esta emancipación. Marcuse nos explica el trasfondo psicológico de la necesidad humana por trascender la vida a través del arte.

El arte es capaz de sacarnos de la vida diaria, nos revela diferentes niveles de expresión y por tanto de la existencia haciéndonos posicionar de manera diferente frente a realidad, es una manera de escapar de las presiones sociales y de legitimar las de la propia vida. 

Herbert Marcuse (1898 - 1979)

Diez años más tarde, en 1975, Foucault escribe Vigilar y Castigar. Con su trabajo teórico, Michel Foucault, ya había venido definiendo cómo los seres humanos somos convertidos en sujetos.

La Ilustración usó como fundamento un enfrentamiento por parte de los individuos a la diferencia y a la otredad para legitimar las relaciones de poder.

Los procesos sociales y culturales modernos que explican lo que hemos llegado a ser socialmente, se caracterizan por su tendencia a la homogeneización y destrucción de la diferencia.

Foucault establece que los modos en que los seres humanos somos conviertidos en sujetos son: por un lado en el ejercicio de las ciencias o las disciplinas, que convierten al ser humano en objeto de estudio (por ejemplo la economía o la biología); y por otro, una práctica divisoria entre individuos como por ejemplo el loco del cuerdo, el enfermo del sano, los delincuentes de los inocentes. Así, el ser humano deja de ser sujeto y se convierte en objeto de la propia ciencia. 

Raymond Depardon. San Clemente, hospital psiquiátrico, 1978-1979 .

Vigilar y Castigar es un examen de los mecanismos sociales y teóricos que hay detrás de los cambios masivos que se produjeron en los sistemas penales occidentales durante la era moderna.

Estos cambios que emergen en los siglos XVIII y XIX, producen una reorganización del sistema punitivo en el que se basa la sociedad actual y que son claves para analizar la actual sociedad disciplinaria y nuestra manera de relacionarnos con los demás.

La obra Vigilar y Castigar se nos presenta como una genealogía de los métodos punitivos pero la obra desborda los límites de una genealogía penal y más bien se nos presenta como una genealogía de la moral moderna sugiriendo como tema fundamental el asunto del poder del castigo. Más que la reconstrucción de un pasado perdido, se trata de la historia del modo como hemos sido constituidos históricamente en lo que concierne a la moral del castigo.

La hipótesis foucaultiana del nacimiento de la prisión es que "la prisión ha estado ligada, desde el origen, a un proyecto de transformación de los individuos."

Ellis. Cárcel del Departamento de Justicia Criminal de Texas

De esta manera aparece dentro de la prisión un modelo técnico-médico de la curación y de la normalización. La prisión se convierte fundamentalmente en una máquina de modificar el alma de los individuos. Lo penal y lo psiquiátrico se entremezclan.

Lo que va a tratar de mostrar Foucault, es que la prisión es un invento casi simultáneo con otros inventos institucionales de la sociedad moderna: el cuartel, la escuela, la fábrica, el hospital, en donde confluyen una cantidad de prácticas, de formas de ejecutar actividades en esas instituciones en las que se impone la disciplina, el Poder Disciplinario.




En una de las últimas entrevistas que Foucault ofreció antes de morir declaraba que lamentaba que el arte se hubiera convertido en algo que atañe a los objetos y no a la vida ni a los individuos. Se preguntaba ¿Por qué un hombre cualquiera no puede hacer de su vida una obra de arte?.

Por múltiples razones ligadas a estas ideas, artistas, científicos y filósofos empiezan a dudar de la razón como garante del individuo y de las relaciones sociales, reina entre los intelectuales una gran confusión desde Auschwitz que desencadena en un pensamiento crítico y deslegitimador del pensamiento moderno, la crisis de valores ha obligado a los pensadores desde el siglo XX a cuestionar la concepción clásica de la razón, heredada de Descartes y de la Ilustración.

Ya no es una simple intuición, hemos entrado desde hace tiempo en una época que nos está obligando a repensarnos. Se hace inminente replantearnos todo desde cada individuo de cada sociedad para empezar de nuevo.

Freud tenía una idea: "La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe".

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