Arte y magia

Dentro, no se sabe si es de día o es de noche. Un hombre esta pintando, mientras, otros le miran, cantan o interpretan algún instrumento para acompañar con música el acto. Se han conducido caminando por más de cuatrocientos metros para llegar hasta allí, la zona más oscura. Sus antorchas crean un espectacular juego de luces y sombras, como en un teatro de sombras chinas. Cuando están en el silencio de la cueva se puede escuchar los latidos del corazón. En el otro extremo es posible que les acompañe algún oso cavernario, no importa, normalmente en el exterior se suelen ver acompañados por rinocerontes peludos o bisontes, enormes animales prehistóricos carnívoros y depredadores.

Estamos situados 32000 años atrás. Un abismo de tiempo nos separa de un universo familiar y a la vez distante, el pasado perdido de seres que sintieron cosas profundas y poderosas y que nos expresaron su modo de entenderlas a través de pinturas en la piedra. Imágenes de manos y huellas de dedos pintados, nos dan una idea de la fisicidad de hombres y mujeres que estuvieron miles de años antes que nosotros.

Cueva de las Manos. Santa Cruz, Argentina

Los grandes santuarios rupestres surgen de la necesidad del hombre del paleolítico de comunicar y grabar recuerdos. Un arte figurativo, pinturas para evocar el pasado o para transmitir información, una invención que sigue vigente hasta nuestros días.

En la colección de huesos encontrados en estas cuevas no hay ninguno humano (el 99% es de osos), es por ello que los científicos han concluido que los humanos jamás vivieron en la caverna y que sólo las habrían usado para pintar y seguramente para ceremonias.

Lo cierto es que pinturas rupestres como las de Chauvet demuestran el perfecto conocimiento del animal prehistórico que poseían estos grupos humanos y resulta curioso, por lo fascinante, que escaseen las representaciones de seres humanos, aunque ocasionalmente sí que se encuentran figuraciones antropomorfas, es decir, animales con forma o apariencia humana.

Cueva de Chauvet. Ardèche, sur de Francia

Diversos autores, entre ellos el prestigioso prehistoriador francés Jean Clottes, han apuntado que el chamanismo puede estar detrás de estas manifestaciones expresivas de las pinturas rupestres del pleistoceno.

Es imposible saber con certeza las motivaciones de lo que ocurrió al interior de las cuevas, diversas teorías como el arte por el arte, el totemismo, los rituales de caza o fecundación han intentado dar respuesta al fenómeno del arte rupestre, lo que hace que un halo de magia les otorgue mayor misterio.

Magia en el sentido más estricto. Aquella idea primitiva de que la representación de todo ser viviente es, de alguna manera, una evocación propia de este ser y que el hombre que tiene en su poder la imagen del ser tiene poder sobre él.

Este poder que adjudicaba el hombre primitivo a la representación, a la imagen, ha sido constatada por la etnografía. En muchas comunidades, el hombre siente miedo cuando se le fotografía o dibuja. Algo por lo menos significativo, que conecta con las prácticas chamanicas y las evidencias al interior de las cavernas con pintura rupestre.

Se trata de representaciones conectadas simbólicamente desde Francia hasta Alemania, figuraciones míticas que demuestran que el hombre prehistórico tenía un concepto religioso que implicaba la transformación entre hombre y animales.

Cueva de Les Trois. Figura compuesta por humano y cérvido

Somos seres espirituales y un poderoso indicio de esa espiritualidad son las señas de celebración de ceremonias religiosas realizadas en las cuevas prehistóricas. Restos de animales colocados sobre altas piedras a modo de altar, un cráneo de oso orientado hacia la entrada de la cueva, fragmentos de carbón natural encontrados alrededor de restos óseos.

Un chamán puede enviar su espíritu a un mundo sobrenatural o puede recibir la visita de espíritus sobrenaturales. Dados los restos encontrados en las cavernas, es presumible que estos hombres encendieran fuego dentro de las cavernas para proyectar sus propias sombras y puede ser que realizaran escenificaciones o danzas con ellas. Probablemente la primera representación fue una sombra negra sobre un muro blanco. En cualquier caso, el fuego era necesario para ver las pinturas, lo cual creaba un escenario sugestivo que seguramente enardecía la creatividad del artista. Es así como estos autores siguieron el contorno de la piedra y usaron sus formas para acentuar, resaltar o detallar símbolos o figuras.

Cueva de El Castillo (Cantabria. España)
"Hombre - bisonte" pintado y grabado
con la sombra proyectada sobre la pared

Los estudios alrededor del tema ponen de manifiesto que el sistema nervioso puede generar estados de conciencia alterada y alucinaciones, según experimentos llevados a cabo, el hombre del paleolítico pasaría por tres estadios principales, aunque no necesariamente conectados.

Un estadio inicial en el que el sujeto sufre una serie de fenómenos producidos dentro del sistema óptico que conduce a la visión de formas geométricas que van cambiando y se transforman en puntos, zig-zags, o líneas y curvas.

En el segundo estadio se produce una interpretación de las anteriores imágenes asimilándose a objetos conocidos y tomando de este modo su forma. Por ejemplo, los zig-zags se pueden convertir en una serpiente.

En el último estadio, que se corresponde al grado más elevado de trance, las figuras se convierten en animales, monstruos, personas, seres híbridos, etc. A estas imágenes se las conoce como alucinaciones icónicas. Estas formas derivan a seres particulares en función del sistema cultural y la mente del sujeto.


Para investigadores como Clottes y Lewis-Williams, la existencia de prácticas chamánicas en el arte paleolítico se percibe porque todo está cargado de un sentido que posee un significado propio como el aprovechamiento de los relieves y fisuras naturales para realizar las imágenes o la impresión de que éstas están suspendidas en las rocas.

Cueva de Tuc d' Audoubert. Francia
Bisontes modelados en arcilla

El antropólogo especialista en prehistoria Leroi - Gourhan fue más allá e instauró el concepto de Santuario. Los resultados de su investigación, desvelaron asociaciones temáticas recurrentes que se repetirán en todas las áreas geográficas por él estudiadas.

Estas asociaciones eran por tanto intencionales y respondían a tradiciones concretas constituyéndose las cuevas como auténticos santuarios, destinándose ciertas partes retiradas o al fondo de las cavidades (la cámara más profunda) a la representación de imágenes significativas o simbólicas. También se identificaron dentro de las cuevas áreas coincidentes con camarines donde se localizan conjuntos de signos complejos.

Cueva de Lascaux. Francia

Asociaciones de animal y hombre, mujer y minotauro, toda una faunística compleja y sugerente, evidencian el ejercicio de artistas sofisticados y perfeccionistas que poseían artefactos de alto simbolismo y que ejercían la expresividad de su mundo subjetivo a través de la música, la danza, la escultura y la pintura en una conjunción de todas las artes.

En un estudio etnológico un hombre primitivo de Australia respondía al científico cuando le preguntó sobre el acto de pintar: “Es la mano del espíritu la que está pintando”. El hombre como parte del espíritu, una idea universal, tangencial en el tiempo y el espacio.

El arte rupestre de las cavernas no parece un arte primitivo, más bien es una explosión de expresividad y creatividad humana. Nada es real, nada es cierto, lo que realmente sucedió allí solo lo pueden contar las paredes y las pinturas, testigos mudos de una magia perdida.

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