Las Venus del Paleolítico

Uno de los episodios más inquietantes y fascinantes de la historia del arte es la representación de figuras antropomórficas en la Prehistoria, figuras abstractas o esquemáticas donde se reconoce la idealización de seres humanos.

En el periodo Paleolítico, que se constituye como el más largo de la existencia del ser humano, las representaciones de figuras antropomórficas no alcanza la importancia numérica de otras representaciones como por ejemplo las de animales, con las que además contrasta su tratamiento realista frente a las de los seres humanos que aparecen con los rasgos deformados, exagerados o parcializados.

Se distinguen dos categorías principales en la forma de representación del arte Paleolítico: El arte rupestre (realizado fundamentalmente en cuevas en forma de pinturas o grabados) y el arte mueble (pequeños objetos transportables como útiles, armas, adornos, elementos utilitarios o no); dentro de estas dos categorías destacan diversos ejemplos de representaciones de seres humanos, si bien cabe aclarar que estas figuras no son muy abundantes. Suelen dividirse en masculinas, femeninas y antropomorfos (rasgos humanos mezclados con animales o humanos bestializados con rasgos animales).

Diferentes componentes de estas representaciones del periodo Paleolítico llaman la atención de los expertos, en primer lugar, destaca que pese a la diferencia espacio temporal de las imágenes, se puede establecer entre ellas ciertas generalidades como por ejemplo: la desnudez de las figuras con mención explícita del sexo, en algunas ocasiones las representaciones de género pueden sustituirse por órganos sexuales donde la parte representa al todo. Otra característica destacable es la ausencia de rostros, apareciendo en su mayoría difuminados; casi todas las figuras aparecen representadas individualmente sin representar escenas (sólo hasta el final del Paleolítico se observan representaciones de grupo).

Pero quizá el episodio más fascinante de todas las figuraciones del Paleolítico son las representaciones femeninas tanto en pintura rupestre como en objetos mobiliares.

En la pintura rupestre, por ejemplo, destacan las “siluetas estilizadas femeninas”, imágenes de mujeres acéfalas, representadas de perfil, con la curva de los glúteos y de los pechos marcada. La mayoría de estas figuras se realizaron mediante la técnica del rayado formando grabados y bajorelieves sobre la piedra, son imágenes femeninas esquemáticas vistas de perfil y un tanto dinámicas, una especie de ideograma femenino que se repitió con mucha frecuencia.


Plaqueta de piedra grabada con figuras esquemáticas femeninas. Alemania

Por lo que se refiere al arte mobiliar sobresalen de forma especial las pequeñas esculturas o estatuillas femeninas denominadas “venus paleolíticas”. Resultan especialmente llamativas por lo extraordinario que resulta el hecho de que estas figuras respondan a un modelo generalizado que se reparte desde Siberia hasta Francia diseminadas por toda Europa a miles de kilómetros de distancia.

Se trata de figuras realizadas en diversos materiales (marfil, hueso, asta, terracota o piedra), tienen un carácter vertical y estático, están trabajadas en tres dimensiones y figuran mujeres desnudas de formas prominentes (pechos, glúteos y caderas) centrando la atención en el triángulo púbico y un abultado vientre que aparenta el de una mujer embarazada, las piernas están inacabadas.
Venus de Willendorf. Austria

Algunas de estas venus destacan por su detallada elaboración, el artista paleolítico que creó estas imágenes centró su atención en las representaciones femeninas siendo más numerosas y variadas que las masculinas. En ellas volcó su inspiración y creatividad dotandolas de gran belleza y plasticidad convirtiéndose algunas de ellas en las piezas más emblemáticas del arte de la Prehistoria. 


Venus de Brassempouy. Francia


Las atribuciones que se les ha asignado a las venus del paleolítico son diversas. Se cree que podría tratarse de objetos religiosos por los atributos que comparten casi como si de convenciones se tratase, también refuerza esta teoría el hecho de ser halladas en lugares especiales como por ejemplo ámbitos domésticos ocupando sitios relevantes y también porque no puede asignárseles ninguna utilidad en concreto, lo cual refuerza su condición de objetos de culto.


Venus de Lespugue. Francia

Otra interpretación se realiza en torno al concepto de la fecundidad, en esta teoría se sustenta que la representación de figuras femeninas y los signos entendidos como órganos sexuales se realizaron con la intención de vivificar y fomentar por medio de imágenes ceremoniales la multiplicación de la especie y la supervivencia del grupo.

También han querido verse como personajes reales a modo de retratos, se les ha interpretado como sacerdotisas, diosas de la fecundidad e incluso como una representación de la Gran Diosa Madre protectora y dominadora de un grupo social, principio de todas las cosas.


Venus del cuerno de Laussel. Francia

En el siglo XIX Friedrich Engels aportó su percepción de la sociedad paleolítica con una importante visión matriarcal en la que veía el ideal comunitario/socialista, este modelo matriarcal, que incluía las relaciones sexuales abiertas y generalizadas establecía los linajes por la única vía segura, la ascendencia materna.

Lo único seguro es que al contemplar estas figuras nos trasladamos a una serie de emociones que responden a sentimientos universales, sensaciones que pese al paso del tiempo permanecen inmutables y somos capaces de distinguir sin ninguna duda: el vínculo materno o la feminidad no se redujeron en el Paleolítico a simples cuestiones de la vida cotidiana, el ser paleolítico sintió la necesidad de evocarlas continuamente poniendo en el empeño su espíritu creador. Lo único cierto es que las venus paleolíticas transmiten la emoción estética del verdadero arte y por ello constituyen uno de los patrimonios culturales más preciados de la humanidad.

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